Decididos a mejorar el barrio en temas de seguridad pública así como en calidad de vida, se mostraron las familias de esta villa que echó cimientos con el traslado de los primeros trabajadores desde el otrora campamento de Chuqui a Calama.

Animosos, por decir lo menos, se mostraron los vecinos de villa “El Cobre”, al término de la reunión que sostuvieron con el gobernador provincial, Claudio Lagos Gutiérrez, referida a distintas situaciones que afectan a la seguridad de este sector apostado al oriente de la ciudad.

Porque si bien el encuentro con la autoridad propició el relato de vecinos que han sufrido la visita de extraños merodeando por sus casas, coincidieron en la necesidad de organizarse y coordinar acciones, no sólo para contrarrestar delitos, sino también para sacar mejor provecho de las instalaciones de un barrio que ya tiene currículum y fue efecto de los primeras oleadas de trabajadores que se trasladaron hasta Calama desde el otrora vecino campamento de Chuquicamata. Eso, a mediados de la década del 70’.

“Nosotros somos la segunda generación de esta villa donde llegaron nuestros padres y hoy nos encontramos con que nuestros hijos –tercera generación- necesitan un lugar donde jugar, porque están los espacios, pero faltan los proyectos y los recursos”, testimonió una de las tantas vecinas y vecinos que aportó positivamente al diálogo con el gobernador Lagos y creó las condiciones para tomar ciertos acuerdos.

Entre ellos, del gobernador Lagos por coordinar acciones con el plan cuadrante del sector, para incrementar las rondas de vigilancia; también, para facilitar a los vecinos la presentación de proyectos que permita a los niños contar con una multicancha, así como de otros ligados directamente con la protección de los vecinos, como la instalación de alarmas comunitarias en las viviendas.

Un aspecto a considerar en este encuentro con los vecinos, fue la calidad del diálogo y disposición de los pobladores por buscar fórmulas para mejorar la seguridad y calidad de vida del barrio, partiendo desde las más complejas hasta las más sencillas, como el simple saludo, práctica que con los años se ha diluido, “pese a que llevamos ya tantos años viviendo en el mismo lugar”, reparó una de las damas presentes.